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    Exhortación de Monseñor Ricardo Durand Flórez, S.J. Arzobispo-Obispo del 
    Callao (1975-1995), sobre la devoción al   
    
    
    
    "SEÑOR DEL MAR" 
    
    
    
    (Callao, 24 de Mayo de 1990)   
    
      
    
    
    Queridos Hermanos: 
    
    Al 
    conmemorar este mes de Mayo del presente año el Cincuentenario de un 
    luctuoso suceso ocurrido el 24 de Mayo de 1940 que intensificó la devoción e 
    identidad del pueblo Chalaco con su Patrono y venerado 
    
    Señor del Mar, nos ha parecido conveniente, proponer algunas reflexiones 
    para resaltar tan significativo acontecimiento. 
    
    
    En efecto la devoción al Señor del Mar está ligada a la historia y tradición 
    del Callao precisamente en los momentos más trágicos de su pasado, sobre 
    todo, a raíz del terremoto del 28 de Octubre de 1746 que devastó la ciudad y 
    el Puerto de nuestra Provincia Constitucional. Si durante el siglo XVII, el 
    sentimiento religioso de los limeños se centra en la Imagen del Señor de los 
    Milagros en una ininterrumpida demostración de afecto; este mismo 
    sentimiento brota en el corazón chalaco a mediados del siglo XVIII en torno 
    a la venerada y admirada Imagen de Nuestro Señor que recibe acá el hermoso 
    título de SEÑOR DEL MAR, Protector y Patrono del Callao. 
    
      
    
      
    
    
    Procesión por los 50 años del terremoto de 1940 - Callao 24 
    de Mayo de 1990 
    
      
    
    
    IDENTIDAD CATÓLICA DEL 
    PUEBLO CHALACO 
    
    
    El Señor del Mar y Nuestra Señora del Carmen de La Legua, son parte de 
    nuestra tradición y configuran, en cierto modo, la religiosidad del pueblo 
    Chalaco. Ambas devociones ocupan un lugar preferente en su corazón. Y ambas 
    nos revelan a su modo, un dato bíblico inolvidable: Que Dios protege su 
    pueblo y lo ama con un amor más fuerte que cualquier calamidad o desastre. 
    El Señor Jesucristo, ofreciendo sus sufrimientos por nosotros nos revela su 
    inmensa misericordia; y quiso que su Madre fuese nuestra Madre para que 
    sintamos la ternura que El sintió cuando la Virgen María lo cuidaba en 
    Nazareth y lo acompaño en su predicación, pasión y muerte, como lo hizo 
    posteriormente con los apóstoles en los comienzos de la Iglesia en 
    Jerusalén. 
    
    
    Los fieles de este Primer Puerto del Perú han asociado la magnífica 
    escultura del Señor del Mar a las situaciones tanto gloriosas como 
    dramáticas por las que ha pasado en su ya larga historia de hechos de 
    desastre y renacimiento. Son muchas aún las necesidades que tenemos para 
    alcanzar el esplendor de una Ciudad moderna. pero ni las catástrofes 
    naturales ni las marginaciones del centralismo capitalino podrán acallar a 
    un pueblo que mantiene el dinamismo de su fe en Dios, en los hombres, en sus 
    valores y en sus sanas tradiciones. 
    
    La imagen 
    del
    Señor del Mar se presenta ante nuestros ojos como la figura de Jesús 
    esperando la crucifixión. Pero al mismo tiempo, mientras la contemplamos, 
    recordamos que esa amarga y trágica experiencia de la cruz no pudo terminar 
    con la fuerza emergente del amor y de la vida. Este Jesús resucitó, por eso 
    no es un simple recuerdo en la memoria, sino un verdadero compañero de 
    camino. 
    
    Nosotros 
    también vivimos con frecuencia expuestos a insospechados fenómenos naturales 
    y otros debido a las fallas humanas y al pecado; pero nuestra adhesión a 
    Aquel que es Señor y Redentor nuestro, levanta nuestro espíritu y renueva 
    las energías para mantener en alto la capacidad de recreación de mejores 
    condiciones de vida y ejecución de obras que dan una mayor seguridad a la 
    convivencia ciudadana. 
    
    El Señor 
    del Mar está solidarizado con nosotros en el dolor y en la esperanza, en la 
    muerte y en la vida. Por eso el Pueblo Chalaco ha surgido siempre hasta de 
    propias cenizas clavando sus miradas en los ojos maravillosamente abiertos 
    de esta imagen que parece decir a quien la contempla: "Mírame y no te 
    sentirás hundido", "Mírame y siempre encontrarás una razón para seguir 
    luchando y esperando, porque la respuesta final no es el desastre ni la 
    muerte, sino la resurrección y la vida". La referencia al Señor 
    del Mar, resulta de esta manera, decisiva para la identidad cristiana 
    católica de los Chalacos. Esta devoción se ha convertido en su riqueza 
    religiosa y cultural, en su patrimonio. Al mismo tiempo esta devoción nos 
    adentra en el núcleo del misterio: En Cristo Jesús dándose a los demás, que 
    salva a su pueblo de sus pecados y da la vida por los suyos. Los hombres y 
    mujeres que lo aclaman y le suplican encuentran en El fuerza para seguir 
    viviendo y solidarizándose con sus hermanos, inspiración para la sublime 
    tarea de superación de cuanto hay adverso y pecaminoso malogrando la 
    existencia. El Señor del Mar es verdaderamente centro de unidad de toda la 
    familia Porteña. Y con razón ocupa un lugar singular en el corazón de esta 
    familia. Es parte de su identidad cristiana católica. 
    
      
    
    
    POR UNA VIVENCIA MÁS 
    PLENA DE LA DEVOCIÓN 
    
    
    Es necesario recapacitar seriamente sobre esta riqueza espiritual que hemos 
    heredado de nuestros mayores. Si los antepasados encontraron en el Señor del 
    Mar fuerza para sobrevivir a tantas adversidades, exhortamos a permanecer 
    fieles a nuestra identidad de cristianos católicos venciendo cuantos 
    peligros y ofrecimientos pudieran poner en peligro la  Verdad que está 
    unida a esta herencia. esto exige fidelidad a la fe santa y católica 
    centrada en Cristo nuestro Salvador y en una comunicación eclesial que 
    refleje una iglesia llena de esperanza. 
    
    
    Jesucristo llama a la conversión para amar a Dios y servir al prójimo en el 
    permanente compromiso con la justicia y la pacifica y correspondiente 
    convivencia ciudadana. la adhesión al Señor debe infundir una verdadera y 
    decidida superación de las diferencias sociales, económicas, culturales, 
    políticas y raciales, como corresponde a un pueblo que se siente familia 
    creyente en quien nos rescato a todos y quiere la felicidad de todos. 
    
    
    Hoy día el Callao conoce un crecimiento demográfico y migratorio 
    impresionante que hace cincuenta años no era previsible en tal magnitud. 
    todavía existen muchas personas que fueron testigos de los sucesos del 274 
    de Mayo de 1940 y que se verán sorprendidas por la imagen del Callao en 
    1990. Pero el Señor del mar sigue siendo el mismo Protector y Patrono  
    que nos impulsa a una sociedad fraterna y justa; los hombres del mar, los 
    niños, los jóvenes, los trabajadores, los empresarios, los comerciantes, los 
    funcionarios, los numerosos Asentamientos Humanos y las mayorías 
    empobrecidas... todos buscan ansiosamente dentro de nuestros superpoblados 
    limites geográficos un lugar digno para vivir y unas condiciones de vida más 
    humanas. Para realizar tan apremiantes deseos son necesarios muchos recursos 
    de todo orden; pero les digo con pleno convencimiento, que, en medio de 
    tanta necesidad, lo que no podemos perder nunca es nuestra Santa y Católica, 
    pues, en ella está la Verdad y el amor del mismo Cristo, que con su dolor 
    nos redimió del mal y nos hizo hijos adoptivos de dios. cristo es nuestra 
    vida presente y eterna. 
    
      
    
    
    NUESTRA PREOCUPACIÓN EN 
    LA HORA PRESENTE 
    
    
    La fe de nuestros padres enriquecida con tantos sacrificios no debe 
    desfallecer. Al contrario, hemos de estar atentos ante tantas ofertas 
    ideológicas o incluso religiosas que pudieran ofuscar nuestra identidad de 
    pueblo católico. 
    
    
    Permitidme que con ésta ocasión me refiera a acontecimientos del momento que 
    suceden con motivo de las elecciones, por lo que me veo obligado a aclarar 
    algunos errores y distorsiones de la verdad. Quede en primer lugar muy claro 
    que, cómo hemos repetido los obispos, la iglesia como institución no entra 
    en política de partido; pero sí se compromete en la realización de la 
    política del bien común de todos y cada uno de los peruanos. 
    
    Dentro de 
    la Iglesia corresponde más bien a los Laicos optar por los partidos que 
    crean en conciencias mejores, y aunque no militen en partidos voten en 
    conciencia por la solución o candidato que les parece el mejor en cada 
    circunstancia o situación histórica, como la que vivimos hoy con enorme 
    preocupación tanto los Obispos como los demás miembros de la Iglesia 
    Católica y en general todo los ciudadanos del país. 
    
    Lo que no 
    es honesto - lo hemos dicho ya en anterior ocasión los Obispos del Perú - 
    utilizar
    la religión con fines políticos y partidarios, como ocurrió en la primera 
    consulta electoral. Venimos observando con gran pena y preocupación que 
    algunas confesiones religiosas llamadas "Evangélicas" siguen mezclándose en 
    política de partido y están haciendo proselitismo político poniendo en 
    peligro con ello la paz religiosa de nuestra patria, como si no tuviéramos 
    anteriormente suficiente motivos de conflictos y desuniones. 
    
    La 
    Iglesia Católica respetando la conciencia de cada uno ha sido tolerante ante 
    los ataques recibidos por parte de algunas agrupaciones religiosas; pero no 
    podemos tolerar que se llegue incluso a ofender los sentimientos del Pueblo 
    católico, denigrando al santo Padre el Papa Juan Pablo II y la misma 
    Institución apostólica de la Iglesia, el culto que rendimos a la Virgen 
    María, las expresiones y manifestaciones de la fe como nuestras 
    tradicionales procesiones. 
    
    Se 
    pretende lanzar una reforma religiosa en el Perú en nombre de estos grupos 
    que se denominan miembros del pueblo evangélico, confundiendo al pueblo 
    creyente y violentando la conciencia y al respeto debido al pueblo católico 
    del Perú. Estas ideas han sido difundidas en volantes repartidos con 
    profusión en los Pueblos Jóvenes del Callao y de Lima. 
    
    Ante esta 
    situación les pido a todos, queridos hermanos, que conozcan su fe, la vivan, 
    la apoyen y la defiendan; pero sin entrar por parte nuestra en conflictos 
    verbales, ni mezclar lo religioso con la política de partido, 
    sino con la verdad y el amor al prójimo. 
    
    A pesar 
    de la campaña de quienes pretenden inquietar nuestra Piedad Popular, no 
    podemos dejar las procesiones que son una manifestación pública de amor y 
    adhesión a Cristo
    o ha su madre la Virgen María. 
    
    Cada vez 
    que el Señor del Mar sale por nuestras calles debe encontrarse con un pueblo 
    que le aclama y le muestra su amor; pero también por un pueblo que le 
    escucha en su corazón y le sigue, modelando su vida según las directrices 
    del evangelio. Este es el gran Homenaje al Señor del Mar. Y esto, vivir el 
    Evangelio es también lo que de verdad da valor a la herencia recibida de 
    nuestros antepasados. Sea Cristo el Señor nuestra esperanza en el dolor y 
    nuestra fortaleza en la debilidad. Y siguiendo sus huellas nuestra Iglesia 
    Diocesana quiere encontrar las respuestas más audaces para que todos; pero 
    especialmente las mayorías pobres, la sientan cómo suya. La Iglesia es de 
    Jesucristo, pues él la fundó sobre Pedro. Los cristianos Católicos seguimos 
    unidos a Cristo, en el sucesor de Pedro hoy el Papa Juan Pablo II cómo 
    principio visible de comunión en la verdad y en la Caridad. 
     
    
    Pedimos 
    al Señor del Mar, que abra las mentes y los corazones para vivir según el 
    evangelio, siguiendo sus enseñanzas amando al prójimo cómo así mismo; y así 
    sentirnos solidarios de las iniciativas de ayuda mutua que en algo ofrecen 
    gestos de esperanza para él pueblo. 
    
    
    Que nuestra Madre común, La Virgen del Carmen interceda ante su hijo amado 
    por este pueblo, nos proteja librándonos de todo mal. 
    
    
    Qué el Señor bendiga este amado pueblo y la Virgen lo tenga siempre bajo su 
    manto. 
    
      
    
    
    Ricardo Durand Flórez, S.J.  
    
    
    Arzobispo-Obispo del 
    Callao (1975-1995) 
    
      
    
      
    
      
    
     (32)
    Monseñor Ricardo Durand Flórez. "Exhortación sobre la 
    devoción al Señor del Mar". 1990: 1-10. 
    
      
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