"LA SEMANA SANTA EN EL CALLAO ANTIGUO" "El Domingo de Ramos" |
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El Historiador Eleuterio Vigil Peláez, nos narra en su libro "El Callao de ayer y de hoy", escrito en el año 1946, datos muy interesantes de la Semana Santa en Callao antiguo, los cuales resumimos a continuación:
"Terminada la procesión ya entrada la noche, los numerosos devotos se retiraban, portando sus palmas benditas, de cuyas ramas, hacían sortijas para que los librase de maleficios". "Pocos días después, venían los de la Semana Santa, que hasta el día jueves a las 12 a.m. se celebraba la última misa; se cubría el Tabernáculo con una gran cortina negra; eran los días de confesión, comunión y general arrepentimiento tal como era costumbre en el mundo de la cristiandad. (Foto superior izq. Procesión del Corpus Cristi año 1918) Desde éste día desde la tarde hasta las primeras horas de la noche, se visitaban los monumentos de las iglesias; las matracas eran las que llamaban a la gente a los templos; las puertas de las casas estaban cerradas igualmente las de las tiendas; los vehículos caminaban despacio por las calles cuyos caballos o mulos eran conducidos de las riendas; los ferrocarriles rodaban silenciosos, con las campanas envueltas en trapos para que no hicieran ruido; nadie voceaba su vendimia en la vía pública; en el interior de las casas no se castigaba a los niños ni se les gritaba, se les amenazaba diciéndoles que el demonio andaba suelto y que se los podía llevar; muy poco se caminaba por las calles. Todos andaban vestidos de riguroso luto. El día Sábado de Gloria a las 9 de la mañana, se quemaban cohetes y se repicaban las campanas de los templos ¡¡¡ Había resucitado Jesús de Nazareth!!! El pueblo cristiano acudía a los templos. entre la gente del pueblo se suscitaban las jaranas y demás diversiones. OH tiempos idos cuanta sencillez, reverencias de nuestros inolvidables padres que no dudaron nunca de Dios, ni blasfemaron, formaron nuestros corazones desde niños en la creencia del más allá y fuimos respetuosos y humildes creyendo en sus palabras, no nos engañaban al decirnos que había un Ser Supremo".
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