Plegarias a la Santísima

VIRGEN DEL CARMEN DE LA LEGUA

 

ORACION

¡Jesucristo!, hijo de la Virgen del Carmen,

Virgen purísima que diste a luz al Salvador del Mundo,

ruega por mí a Dios Nuestro Señor;

hermosa azucena mas alta que el Sol y todas las maravillas juntas;

corona de los ángeles, de los mártires y serafines, ayudadme cuidadme;

fortalecedme y socorredme: fuente de bondad, de gracia y misericordia;

templo y sagrario de la Santísima trinidad,

ruega por mi para que sea salvo en esta vida y en la otra. Amén.

 

ORACION

¡OH Virgen bendita!, Madre amada del Carmen! desde la tierna infancia,

mis labios pronunciaron  tu augusto nombre y mi corazón te consagró sus latidos de amor.

Tú has sido siempre la prenda adorada de mis ternuras y

el objeto predilecto de mi piedad y devoción.

Vengo hoy a tus plantas, trayéndote en el alma sed de consuelo ansias supremas de alivio para tantas amarguras...

¡OH Madre clemente y bondadosa! oye las súplicas de este pobre hijo

¡OH reina poderosísima! no rehúses la ofrenda que de su amor y de sus lágrimas te hace este indigno esclavo. Sin tu amparo de Madre y sin tu protección de Reina, que sería de mí?.

Hay heridas en el alma que ninguna mano, fuera de la tuya pueden curar;

existen desgracias que nadie, solo Tú, puedes remediar. el dolor,

hace que mi vida tenga la soledad y la tristeza de un desierto...

los desengaños marchitan la flor de cuántas ilusiones...

la pobreza, nos trae la tortura del hambre, del frío y de la desnudez...

las enfermedades, ahuyentan la alegría de la salud y del trabajo...

la muerte hace que frecuentemente lloremos la ausencia definitiva

de los que más amamos y de los que más nos aman...

¡OH Virgen bendita!, son tantos los sufrimientos de la vida...

Tú sabes los que torturaron mi alma. Pon en ella, te lo ruego,

Madre mía, el consuelo de la paz y la dicha, de la resignación cristiana.

Está en tus manos; no me niegues la gracia que te pido.

No atiendas a mi suma indignidad. Hazlo por los merecimientos

infinitos de tu Divino Hijo, mi adorable Salvador; por tus dolores y lágrimas;

por tu misericordia y bondad de Madre.

Yo te prometo amarte y jamás herir tu alma ofendiendo a tu Jesús.

¡Me arrepiento de todas mis culpas! ¡Madre mía del Carmen! sed mi salvación,

mi amparo y mi consuelo.

En la hora de mi muerte, acógeme en los brazos de tu misericordia. Así sea.

 

 

 ORACION A LA VIRGEN DEL CARMEN

 (POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO)

¡OH dulce Madre Reina de los que sufren! Acuérdate,

señora, que has prometido librar de las llamas del Purgatorio

las almas de tus cofrades el primer sábado después de su muerte;

compadécete de ellas, alivia sus penas, mitiga sus dolores...

Acuérdate también de las almas que no tienen quienes rueguen por ellas;

de las más afligidas, de las más olvidadas...

Acuérdate de las que más te amaron a Tí y están purificando allí

 sus vestiduras antes de  entrar a las celestiales nupcias...

Acuérdate de las que más me quisieron y amaron a mí:

de las que me dieron el ser, de las que formaron mi corazón,

de las que me  enseñaron a amar a Dios y a bendecirte a Tí.

Por ellas y por todas ofrezco las buenas obras que yo hiciere en este día,

para que tú, Reina del Purgatorio, se las presentes por mí al Señor

y se conviertan en lluvia benéfica de  gracias y bendiciones

que caigan sobre todas aquellas almas por quienes tengo más obligación

de pedir en particular sobre la salmas de N... y de N...

para que las libres Tú cuando antes del Purgatorio

y las llaves contigo al Monte Santo de la gloria. Amén.

 

 

ORACION A LOS PIES DE LA VIRGEN DEL CARMEN

 (ESPECIALMENTE LOS MIERCOLES)

Madre mía dulcísima. El escapulario que veo en vuestras purísimas manos

y que llevo yo sobre mi pecho, me recuerda  vuestro amor y ternura.

El es, según Vos nos habéis revelado, "Signo de salud, amparo en los peligros,

prenda de paz; y el que muere con él no padecerá las penas del infierno."

Estas palabras, Madre de mi alma, son para mi corazón dulzura y esperanza.

Si María está en mi favor ¿que podrá nadie contra mí?

Este Escapulario me dice que sois mi Madre,

y mi Madre no permitirá jamás que su hijo se condene;

¿verdad que no Madre mía?

¿Verdad Reina de mi alma que guardaréis mi corazón como vuestro?

En vos pongo toda mi confianza, jamás quedaré confundido,

Protegedme contra la peste, el terremoto y la muerte repentina.

Guardad sobre todo mi alma de todo pecado.

 

 

 (8) Hermanas Gómez. "Plegarias a la Virgen del Carmen. 1995: 2-5

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